miércoles, 19 de marzo de 2014

¿Por qué nos cuesta tanto decir que no?



Ocurre que muchas veces,  el no saber decir que no a los demás se convierte en un problema. Todos en más de una ocasión en mayor o menor medida hemos temido por una razón u otra decir que no a alguien y hemos  acabado cediendo a las peticiones de los demás sin quererlo. Sin embargo el problema se presenta cuando somos incapaces de decir que no en la mayoría de las ocasiones, entrando en un círculo vicioso en el que cada vez tenemos más y más cosas que hacer, muchas de ellas sin un valor real para nosotros llevándonos a un nivel de estrés y ansiedad tan elevado como innecesario.
¿Pero, por qué nos cuesta a veces tanto decir que no?, ¿Por qué acabamos diciendo que sí a cosas que no queremos hacer?
Pues bien, existen diversas razones por las cuales las personas acabamos cediendo a las peticiones de los demás;
1.       Queremos ayudar; Muchas veces sentimos que si nos negamos a los deseos del otro significa que somos egoístas, mientras que decir que sí es un acto de amabilidad y empatía.
2.       Temor a ser rechazados; Todos queremos caer bien a los demás y dar una  imagen positiva de nosotros mismos, por lo que cedemos y decimos que sí para evitar así un posible rechazo por parte de los demás.
3.       Respeto a los demás; En algunas ocasiones podemos considerar que esa persona no merece nuestra negativa ya que de algún modo nos sentimos en deuda con el/ella.
4.       Temor a enfrentamientos; Queremos evitar conflictos con los demás, y mantener un buen ambiente.
5.       Culpabilidad; Muchas veces decir que no implica un gran malestar a pesar de que sabemos que es lo correcto, por lo que aliviamos esa carga optando por ceder a las peticiones de otros.
6.       Temor a perder oportunidades; Podemos también pensar que sí decimos que no ahora, es probable que no nos ofrezcan otras oportunidades en un futuro.
Son muchas las razones por las cuales las personas cedemos a las peticiones de los demás en contra de nuestros propios deseos. Pero a pesar de que momentáneamente parecemos sentirnos mejor al decir que sí, con el paso del tiempo no poder decir no, acaba convirtiéndose en una carga muy pesada.
Cuanto más cedamos a los deseos de los demás, mas nos costará acabar diciendo que no y por tanto, mayores serán las consecuencias para nosotros mismos. El malestar, el estrés o la ansiedad son respuestas normales ante esta situación.
¿Pero cómo aprendo a decir que no?
Aprender a decir que no sólo es cuestión de decir que no, la práctica es fundamental. Se trata de acostumbrarnos a decir que no a otros.
Sin embargo, existen algunos consejos que podrían ayudarnos;
1.   Mantén una buena autoestima; Las personas que se sienten bien consigo mismas, temen menos decir que no a los demás.
2.    Valórate a ti mismo como individuo capaz de tomar sus propias decisiones; Decir que no cuando no queremos es también un derecho.
3.  Comienza diciendo no a pequeñas peticiones, aquellas que te generen menos malestar.
4.     Practica muchas veces.
5.   Observa las consecuencias; Muchas veces tememos a situaciones que nunca se producen.
6.   Practica la comunicación asertiva; Es más fácil decir que no si lo hacemos teniendo en cuenta los sentimientos del otro.
7.  Busca otras opciones para ayudar a esa persona sin hacer algo que no quieres; Existen muchas formas de ayudar a otros sin ser exactamente como ellos quieren.
8.    Ten claro por qué no quieres decir que sí.
9.   No te justifiques ante los demás; No es lo mismo mostrar nuestros sentimientos al respecto, que dar escusas para evitar la situación de tener que decir que no.
10.   No tardes en responder dando largas sé claro y conciso.
11.   Piensa en las veces que te dijeron que no y sin embargo no te enfadaste.
12.   Busca tus oportunidades en vez de esperar a que lleguen.
13.   Acepta tu también un no por respuesta.
14.   Ayuda a los demás aunque no te lo pidan.
15.   Sé independiente y autónomo, no dependas de los demás.
En resumen, aprende a ser asertivo, valórate, defiende tus derechos y busca relaciones  sanas.
Aprender a decir que no puede resultar difícil, pero es uno de los grandes favores que puedes hacerte a ti mismo. Reducirás tu sobrecarga de trabajo y tu nivel de estrés, y dispondrás de tiempo para hacer lo que realmente te importa.
Esperamos que estos consejos os sirvan de ayuda.


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