Cuando en 1960 KENNEDY y NIXON se
enfrentaron en su primer debate televisivo por su carrera por la presidencia de
Estados Unidos. Los espectadores que lo vieron por televisión aseguraron que Kennedy había ganado el debate, sin embargo, los que lo
siguieron por la radio pensaron que era Nixon quien lo había ganado. La imagen en
este caso, había valido más que mil palabras, pero no fue hasta 10 años después
cuando se descubrió el porqué.
Como norma general, tendemos a
pensar que si una persona es atractiva seguramente será inteligente, que
nuestro actor o actriz favorita seguramente es simpática y agradable en la vida
real y que de todos los candidatos a presidente, aquel más cercano y amable tomará
mejores decisiones y será mejor presidente. Aunque en realidad todos/as sabemos
que esto no tiene por qué ser así.
Es lo que en 1970 Richard Nisbett denominó “efecto halo”. Tendemos
a inferir y generalizar a partir de una sola característica determinada, es
decir, sacamos conclusiones que no tienen por qué ser ciertas generalizando a
partir de una sola cualidad positiva.
Karen Dion posteriormente trató
de estudiar más a fondo este asunto y diseñó un experimento que consistía en presentarles a un grupo de personas,
diferentes fotografías pidiéndoles que emitieran juicios sobre la persona de la
foto. Como resultado encontró que las personas atractivas físicamente eran
descritas con características de personalidad socialmente positivas como: responsables,
cálidas y afables, aunque no conociesen de nada a la persona de la fotografía…Igualmente
nosotros en nuestras relaciones sociales, si vemos a una persona bien vestida
suponemos que es seria, aunque sabemos que la seriedad no está relacionada con
la elegancia.
Pero este efecto no sólo afecta a
nuestras relaciones con los demás, sino que además se extiende a los productos
que consumimos, por lo que en el área del marketing es ampliamente conocido y
utilizado para mejorar la imagen de los productos a vender. Así es frecuente
que un producto nos parezca de mejor calidad si lo anuncia un famoso o si la
persona que vemos es realmente atractiva.
Pero lo realmente curioso de este
sesgo cognitivo es que aunque conozcamos su efecto y en qué consiste, no somos
capaces de predecir cuándo está sucediendo, por lo que en la mayoría de las
ocasiones no somos conscientes de su efecto.
Ahora ya sabes porqué cuando te
gusta alguien tiendes a pesar que por ser guapo/a será además simpático, amable
e inteligente…
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