Esta pregunta nos haríamos si en nuestro
cerebro no tuviésemos amígdala, una estructura con forma de almendra situada en
el interior de nuestros lóbulos temporales y que se encarga de que sigamos
vivos al evitar situaciones, personas u objetos que ponen en peligro nuestra
vida. Y es que nuestra amígdala pasa la mayor parte del tiempo analizando el ambiente en busca de estímulos
que predigan el peligro, es decir, es la encargada de que sintamos miedo, bueno... eso
es lo que se pensaba hasta hace muy poco.
Rcientemente en la Universidad de Iowa (EE.UU) Justin Feinsteiny y sus colaboradores rompieron los paradigmas de la neurociencia al demostrar que era
posible sentir pánico aún cuando no se tiene amígdala, y es que en su novedosa
investigación contó con la participación de una mujer estadounidense S.M de 44
años que poseía una condición curiosa y extremadamente “rara” llamada
enfermedad de Urbach-Wiethe, en la que la amígdala se endurece y «marchita».
La historia de S.M era realmente
llamativa, a lo largo de su vida se había topado con hechos realmente
traumáticos que iban desde atracos a mano armada hasta violencia doméstica, y
afirmaba que ninguno de ellos le habían
causado miedo, cosa que pudieron comprobar estos investigadores durante el
experimento.
Una de las situaciones elegidas
por estos investigadores para tratar de provocar el miedo en S.M fue llevarla a una tienda de animales exóticos en la que había arañas y serpientes, sin embargo,
la respuesta de S.M no fue precisamente la habitual, no sólo observó con gran interés a estos "animalitos" sino que además, los cogió e incluso acarició
detenidamente, a pesar de las advertencias de los propios empleados, según ella “por
simple curiosidad”…
Pero los colaboradores de Justin Feinsteiny no
se conformaron e incluyeron más situaciones como "una casa del terror”, en
donde S.M una vez más sorprendió liderando al resto de participantes del
estudio al grito de “¡por aquí chicos, seguidme!”, o un conjunto de 10 vídeos
de terror ante los cuales tampoco pareció inmutarse.
La
última prueba del estudio consistía en inhalar dióxido de carbono. Se sabe que una de las situaciones
en las que la amígdala desencadena ataques de miedo y pánico es cuando detecta
concentraciones inusualmente altas de dióxido de carbono en nuestro organismo,
es decir, cuando existe un posible riesgo de asfixia, lo cual puede ocurrir
incluso si el CO2 se inhala en concentraciones que no son letales, por lo dedujeron que si S.M no tenía amígdala tampoco sentiría miedo después de
inhalar el gas.
Así que para comprobar su hipótesis, los
investigadores pidieron a la mujer y a otros dos pacientes con la misma
enfermedad junto con doce personas sanas que servirían como referencia, que
inhalaran un 35% de dióxido de carbono a través de una máscara y para su
sorpresa, encontraron que los pacientes con daño cerebral experimentaron miedo
inmediatamente después de la inhalación, incluso mucho más que los voluntarios
sanos.
De hecho, cuando
fueron entrevistados posteriormente los pacientes confesaron a los
investigadores que se habían asustado ante la idea de asfixiarse y morir, incluso
para S.M ¡Había sido la primera vez que había sentido miedo desde la
infancia! ¿Curioso verdad?
Tras esto los
investigadores concluyeron que la amígdala sin duda juega un papel importante
en las respuestas a las amenazas externas, pero no es esencial para todas las
respuestas de miedo, nuestro cerebro dispone de mecanismos diferentes para la
generación de miedo en respuesta a ciertos cambios fisiológicos en el cuerpo.
Tras estos
resultados lo que parece claro es que el miedo no es una emoción controlada exclusivamente
por una única estructura cerebral, el miedo es sin duda una respuesta mucho más
compleja de lo que se pensaba en un principio y mientras investigadores como
Justin y colaboradores desvelan sus secretos...terminamos con una curiosidad
más sobre nuestro miedo; ¿Sabías que el miedo no se activa en función de
la distancia a la que se encuentre el peligro sino en función de si se aleja o
se dirige hacia nosotros? Por lo que
no importa tanto la distancia a la que
este esa araña horrible y siniestra sino mas bien, si tiene o no intención de
dirigirse hacia a ti…
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